A menos de 72 horas del Día D, un oficial de inteligencia es capturado por el enemigo. Sabiendo que nunca sucumbirá a la tortura, el enemigo trama un plan diabólico para hacerle creer que la guerra ha terminado y que se recupera de una pérdida de memoria en un hospital. La presión aumenta a medida que se acerca su punto de quiebre.